08 diciembre 2009

Fiesta de la Inmaculada (3)

¿Cuántas veces te has defendido de Dios y de su Palabra? ¿Cuántas veces te has dicho a ti mismo que es imposible? No importa. Solo te pido que confíes y no temas, como estoy haciendo yo.

El te habla al corazón como a mí me habló. Sabrás que es su Palabra por la fuerza con que se te presentará. Quizá querrás acallarla o evitarla pero volverá a ti como el sol que amanece cada mañana hasta inundarte de luz y claridad.

Será entonces cuando escuches que cuenta contigo: se luz que alumbre a todos los de casa, se levadura mezclada en la masa y sal diluida para dar sabor. Así le sucedió a Jeremías cuando la Palabra fue pronunciada sobre él, ¿lo recuerdas?

“No tengas miedo. Yo estoy contigo”, dijo al profeta. Entonces, arrodillada, me entregué a Dios: “Hágase en mí según tu Palabra”.

El nombre de Jesús que ahora llevo en mis entrañas fue pronunciado en el sosiego de aquel momento y, estremecida, supe que a partir de ahora sería Causa de la Alegría de muchos y Arca de la Alianza que Dios ofrecería a todos y Puerta del Cielo que daría paso a mi Hijo, Aquel que es la Vida.

Sucedió de un modo inesperado. Ahora la noche está serena y su silencio lo inunda todo, invitándome a recordar y guardar en el corazón lo vivido.

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