Para Dios no hay nada imposible. Lo sabía. Lo venía escuchado desde niña en la sinagoga cuando se proclamaba cómo había liberado a nuestro Pueblo con mano fuerte y brazo extendido del dominio del Faraón o cuando entonábamos cantos de alabanza por salvar de muerte segura al Pueblo perseguido por los carros egipcios.
Lo sabía, pero ahora fue el corazón quien comprendió y entendí que
p
Yo guardo todo esto y lo medito en mi corazón. Para Dios todo es posible porque su poder es la fuerza del Amor que concibe lo imposible: “Dichosa tú porque has creído que se cumplirá lo que te ha dicho el Señor”, me dijo mi prima Isabel.
Y he aprendido a confiar en su Palabra de un modo instintivo y eso me hace comprender mejor a los que dudan por miedo o por desconcierto ante las Promesas que El hace. Ahora entiendo la reacción de Sara, cuando se le anunció que concebiría un hijo en su vejez.
Es el miedo el que hace que nos miremos a nosotros mismos, midiendo nuestras propias fuerzas y agobiándonos por nuestras carencias, olvidándonos de mirar a Dios, manantial inagotable de todo don. Por eso me abandono en sus manos dejando de poner como excusa mi propia debilidad.
Fue lo que tuvo que aprender Moisés cuando
No hay comentarios :
Publicar un comentario