En 1965 es elegido General de la Compañía de Jesús. Fue el 22 de mayo. La Iglesia entera, recién terminado el Concilio Vaticano II, entraba en un tiempo lleno de ilusión y de tensiones. Arrupe, lleno de valor, de visión de futuro y, sobre todo, de una inquebrantable fe en Dios, tuvo que sufrir a menudo la incomprensión de muchos (incluso, a veces, de las más altas instancias de la Iglesia), pero marcó unos derroteros que hoy ya son imborrables para la Compañía de Jesús, la vida religiosa, la Iglesia y la sociedad.
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