El 2 de diciembre de 1974, con una visión realmente profética sobre el presente y el futuro de la Compañía de Jesús, Arrupe convoca la Congregación General 32. Supondrá un hito fundamental en la historia de los jesuitas, sobre todo por el acento que pondrán en que el anuncio del Evangelio, la proclamación de la fe en Dios, debe ir insoslayablemente unida a la lucha infatigable para abolir todas las injusticias que pesan sobre la humanidad.
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