¿Aceptación o evasión? Dios aguarda una respuesta, una adhesión de fe y de obediencia. A veces esta adhesión es instantánea; otras, la persona es invadida por el miedo y trata de evadirse:
- Abraham: Marchó, como se lo había dicho Yahvé; tenía 75 años cuando salió de Jarán (Gen 12,4)
- Isaías: Oí la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré?”... Y dije: “Heme aquí, envíame” (Is. 6,8)
- Moisés: “¡Óyeme, Señor! Yo no he sido nunca hombre de palabra fácil... soy torpe de boca y de lengua... te ruego, Señor, que encomiendes a otro esta misión” (Ex 4,10ss)
- Jeremías: Yo dije: “¡Ah, Señor Yahvé! Mira que no sé expresarme, que soy un muchacho” (Jer 1,6). Me has seducido, Yahvé, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido (20,7)
Una llamada que segrega. La vocación suele apartar al llamado y hacerlo extraño entre los suyos:
- Abraham: Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre (Gen 12,1)
- Isaías: Yahvé me tomó de la mano y me apartó de seguir por el camino de ese pueblo... (Is 8,11)
- Jeremías: ¡Ay de mí, madre mía, porque me diste a luz, varón debatido por todo el país! (Jer 15,10); Yahvé me dijo: no tomes mujer, ni tengas hijos ni hijas en este lugar... ni entres a comer y beber (16,1)
- Elías: Caminó por el desierto una jornada, se deseó la muerte y dijo: “¡Basta ya, Yahvé! ¡Toma mi vida porque no soy mejor que mis padres!” (1Re 19,4)
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