Lo estás descubriendo poco a poco. En tu cercanía a la persona de Jesús hay algo que en ti se va intensificando. Tiene la forma de un deseo que te acompaña cada vez con más fuerza y que reaparece cuando menos te lo imaginas. Si sigues el rastro que deja en ti vislumbras un horizonte que jamás se te hubiera imaginado.
En ocasiones sientes que te va a complicar la vida, que te la va a cambiar y prefieres olvidarte y dejarlo estar. Pero ahí sigue ese deseo. En ocasiones sientes que no serás capaz, que no tendrás fuerzas y te dices a ti mismo que tu limitación personal es una razón suficiente que justificaría dejarlo estar. Pero ahí sigue ese deseo. En ocasiones sientes que es una fantasía absurda, que lo debes pensar mejor y prefieres dejar pasar la ocasión. Pero ahí sigue ese deseo y el Señor.
Sea como sea, su iniciativa ha tomado la forma de un deseo que cada vez cobra más fuerza en ti y que no logras debilitar ni con las mejores de tus razones. Quizá, un buen día, dejarás que el Señor pronuncie en ti el nombre de ese deseo y quizá, un buen día, tu respuesta será como la de aquellos primeros que se encontraron con Él y "dejándolo todo, lo siguieron"
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