29 marzo 2011

Testimonio vocacional

El próximo 9 de Abril un grupo de jesuitas serán ordenandos diáconos. A lo largo de estos días os los iremos presentando. Hoy contamos con el testimonio de Òscar Fuentes


¿Quién soy?

El más pequeño de una familia de tres hermanos. Residentes en L’Hospitalet de Llobregat, en Barcelona. Allí estudié en el Colegio de la Compañía, Joan XXIII y de las Teresians de Enrique de Ossó. Posteriormente, cursé Magisterio. A los veintiún años entré en la Compañía de Jesús. Después del noviciado en Zaragoza, volví a Catalunya. Estudié Historia para profundizar en el diálogo fe-cultura. Hice nuestra experiencia práctica de dos años, que llamamos magisterio, en dos colegios de la Compañía, Joan XXIII en L’Hospitalet y Kotska en Barcelona, una misión actual de frontera, de la que guardo un gran recuerdo. Posteriormente, volví a los estudios, dos años de filosofía compartidos con los seminaristas y otros religiosos catalanes. Hace dos años me destinaron a Roma para estudiar teología en la Universidad Pontificia Gregoriana. He experimentado la universalidad de la Iglesia y la Compañía. Me identifico con las definiciones que algunas Congregaciones Generales han ofrecido del jesuita: un pecador que se siente reconciliado y llamado a ser compañero de Jesús como lo fue San Ignacio. He experimentado como la formación en la Compañía me ha ayudado a crecer para intentar ser un buen servidor de la misión de Cristo. Quiero seguir buscando la voluntad de Dios en mi vida con las mediaciones que me ofrece la Compañía, al servicio de la Iglesia. Me gusta salir a correr, caminar, leer, el cine, conversar, ayudar a las personas, la tarea educativa.

¿Por qué jesuita?

Mi vocación a la Compañía se debe a los jesuitas que conocí en mi barrio. Trabajaban en el Colegio donde estudié y en la Parroquia. Contribuyeron al crecimiento y al desarrollo de uno de los polígonos de L’Hospitalet, Bellvitge, en una época en la que no contaba con ningún servicio. Su testimonio personal, su cercanía, disponibilidad, servicio, siempre me sorprendieron. Crecí en los grupos de pastoral del Colegio que despertaron y acompañaron mi fe durante la adolescencia. Me ofrecieron participar en experiencias de voluntariado y servicio por los más desfavorecidos, donde descubrí que significa recibir amor sin dar nada a cambio. Como catequista, profundicé en mi fe y comprendí la importancia de dar razón de nuestra esperanza. Me planteaba mi futuro, el sentido de mi vida. La Compañía me ofrecía una alternativa de vida con sentido. Una opción radical de seguimiento del Dios de Jesús. Dentro de un cuerpo universal, “de amigos en el Señor”. Con una formación intelectual sólida, para el necesario diálogo fe-cultura. Viviendo en comunidad, con los retos, las dificultades y la riqueza que supone. Al servicio de la misión, abierta, sin límites, en las fronteras. Gracias al discernimiento y a los votos de pobreza, castidad y obediencia que me recuerdan mi limitación y me hacen libre para seguir a Jesús. 

Fue una opción que emprendí y que, con la ayuda de Dios y de mis compañeros, he ido madurando y confirmando cada día. Hasta hoy, que continuo en las manos de Dios en esta aventura que me ha hecho pasar del enamoramiento inicial a un amor fiel en los compromisos cotidianos.

¿Qué supone para mí ser ordenado diácono?

Un nuevo paso importante en la aventura de ser jesuita, en mi proceso de incorporación al cuerpo universal que es la Compañía de Jesús. Un nuevo compromiso al servicio de la Iglesia, para hacer presente a Dios en la vida de la comunidad, con la celebración de los sacramentos y la atención de los más desfavorecidos. Una nueva etapa de entrega a la misión universal de la Compañía en la defensa de la fe y en la promoción de la justicia y la reconciliación del Evangelio. Por otra parte, es un reto alentador, ante el que me siento limitado y pecador. Por eso pido vuestra oración.

Al finalizar, me gustaría trabajar en algún lugar de frontera, como nos ha pedido el Santo Padre Benedicto XVI. Ser diácono y, posteriormente, sacerdote para todos, también para aquellos que se sienten alejados de la Iglesia. Para poder presentar el mensaje de Jesús con sencilla y humildad. En colaboración con los laicos y mis compañeros.

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