A San Francisco Javier se le ha llamado desde muy pronto "Apóstol de las Indias". Apóstol quiere decir "enviado". Así como los primeros discipulos, y después Pablo, fueron enviados por Jesús a todo el mundo a predicar el Evangelio, Francisco seria destinado especialmente a Asia. En el envio o misión se resume la espiritualidad de Javier. Se trata de un seguimiento de Cristo siendo enviado; un estar con Cristo siendo peregrino; un servir a Cristo siendo testigo de Él en medio del niundo, hasta los confines de la tierra.
Los cristianos nos identificamos como discipulos, es decir, "seguidores" de Cristo. Y tenemos como guía de nuestro caminar la fe en Jesús: una fe proclamada en el Credo, celebrada en la Liturgia. interiorizada en la oración y vivida en la práctica sacramental y en el ejercicio de la caridad, como miembros de su Cuerpo, que es la Iglesia.
Los santos y santas constituyen testimonios concretos de que ese camino es hoy, por la gracia de Dios, humanamente posible. Ellos son, a la vez, modelos de seguimiento de Cristo en diferentes carismas y a través de diversos estilos de vida. Pero una cosa les une: todos han respondido personalmente a esa invitación de Jesús: Ven y sígueme. Todos se han sentido enviados por Cristo a su misma misión, que es la de la Iglesia.
San Francisco Javier representa hoy para nosotros, cristianos y cristianas del siglo XXI, embarcados en una nueva evangelización, el modelo más cercano y explícito del seguimiento de Cristo como misioneros, es decir, enviados a anunciar la Buena Nueva de Jesús a nuestros paisanos. Como señalaba la Exhortación Apostólica Ecclesia in Europa (2003) "no faltan ciertamente símbolos prestigiosos de la presencia cristiana. Sin embargo, éstos con el lento y progresivo avance del laicismo, corren el riesgo de convertirse en mero vestigio del pasado. Muchos ya no logran integrar el mensaje evangélico en la experiencia cotidiana; aumenta la dificultad de vivir la propia fe en Jesús en un contexto social y cultural en que el proyecto de vida cristiano se ve continuamente desdeñado y amenazado" (n.7). Sin temor al pesimismo tenemos que afrontar esa sensación difusa de que "la cultura europea da la impresión de ser una apostasía silenciosa por parte del hombre autosuficiente que vive como si Dios no existiera" (ibid.,n.23). Nos hallamos, pues, ante una nueva ocasión de evangelizar, de ofertar incansablemente a nuestros hermanos y hermanas el camino liberador de Jesucristo, del mismo modo que Él nos invitó un día a seguirle.
Pero para ello es necesario que fortalezcamos las raíces de nuestra fe personal, que busquemos a Dios en Cristo, y que le preguntemos como aquellos primeros discipulos que nos cuenta el Evangelio: "Maestro, ¿dónde vives?". De modo que Él mismo nos lo revele en forma de una experiencia interior que constituya. a la vez, una misión: "Venid y lo veréis" (Jn 1, 38).
Con ese espíritu nos acercaremos, en las Javieradas, a la cuna del santo misionero, a la roca firme de su Castillo, que simboliza también las raíces de su fe. Asimismo, en la Novena de la Gracia, imploraremos del Señor, por su intercesión, la gracia de renovar nuestra experiencia personal de Jesucristo y nuestra vinculación -libre, gozosa, generosa- a la misión evangelizadora de su Iglesia.
Con un fraternal saludo a cada uno y una oración ante el Cristo Sonriente de Javier,
¡Feliz Novena de la Gracia 2010!
José Luis Cincunegui, S.J.
Santuario de Javier
Los cristianos nos identificamos como discipulos, es decir, "seguidores" de Cristo. Y tenemos como guía de nuestro caminar la fe en Jesús: una fe proclamada en el Credo, celebrada en la Liturgia. interiorizada en la oración y vivida en la práctica sacramental y en el ejercicio de la caridad, como miembros de su Cuerpo, que es la Iglesia.
Los santos y santas constituyen testimonios concretos de que ese camino es hoy, por la gracia de Dios, humanamente posible. Ellos son, a la vez, modelos de seguimiento de Cristo en diferentes carismas y a través de diversos estilos de vida. Pero una cosa les une: todos han respondido personalmente a esa invitación de Jesús: Ven y sígueme. Todos se han sentido enviados por Cristo a su misma misión, que es la de la Iglesia.
San Francisco Javier representa hoy para nosotros, cristianos y cristianas del siglo XXI, embarcados en una nueva evangelización, el modelo más cercano y explícito del seguimiento de Cristo como misioneros, es decir, enviados a anunciar la Buena Nueva de Jesús a nuestros paisanos. Como señalaba la Exhortación Apostólica Ecclesia in Europa (2003) "no faltan ciertamente símbolos prestigiosos de la presencia cristiana. Sin embargo, éstos con el lento y progresivo avance del laicismo, corren el riesgo de convertirse en mero vestigio del pasado. Muchos ya no logran integrar el mensaje evangélico en la experiencia cotidiana; aumenta la dificultad de vivir la propia fe en Jesús en un contexto social y cultural en que el proyecto de vida cristiano se ve continuamente desdeñado y amenazado" (n.7). Sin temor al pesimismo tenemos que afrontar esa sensación difusa de que "la cultura europea da la impresión de ser una apostasía silenciosa por parte del hombre autosuficiente que vive como si Dios no existiera" (ibid.,n.23). Nos hallamos, pues, ante una nueva ocasión de evangelizar, de ofertar incansablemente a nuestros hermanos y hermanas el camino liberador de Jesucristo, del mismo modo que Él nos invitó un día a seguirle.
Pero para ello es necesario que fortalezcamos las raíces de nuestra fe personal, que busquemos a Dios en Cristo, y que le preguntemos como aquellos primeros discipulos que nos cuenta el Evangelio: "Maestro, ¿dónde vives?". De modo que Él mismo nos lo revele en forma de una experiencia interior que constituya. a la vez, una misión: "Venid y lo veréis" (Jn 1, 38).
Con ese espíritu nos acercaremos, en las Javieradas, a la cuna del santo misionero, a la roca firme de su Castillo, que simboliza también las raíces de su fe. Asimismo, en la Novena de la Gracia, imploraremos del Señor, por su intercesión, la gracia de renovar nuestra experiencia personal de Jesucristo y nuestra vinculación -libre, gozosa, generosa- a la misión evangelizadora de su Iglesia.
Con un fraternal saludo a cada uno y una oración ante el Cristo Sonriente de Javier,
¡Feliz Novena de la Gracia 2010!
José Luis Cincunegui, S.J.
Santuario de Javier
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