07 noviembre 2009

Carta de san Francisco de Borja (1)

Ha ya quinientos años que vi la luz en la ciudad de Gandía y, pues me pedís que os escriba las gracias y misericordias de Nuestro Señor conmigo, lo haré por agradecérselas una vez más y por si puede hacer algún bien a vuestras ánimas, conociéndolas.

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Y lo primero sea, como cifra de todo, deciros que la gracia mayor fue para mí, que siendo Grande de España, Virrey de Cataluña, Duque de Gandía, y muy sobrado de bienes temporales, Nuestro Señor no me dejó arrastrar por el mundo y sus vanidades y me dio gracia para experimentar su amor tan sin medida y la fuerza de entregarme del todo a Él. Pues confiriendo en mi corazón este amor me avergonzaba de mí mismo: “¿Quién es Dios y quién soy yo? Él abatido, yo honrado; Él muerto en cruz por mí, yo vivo; Él con llagas y yo sin ellas; murió por mí, y no soy capaz de entregarme a Él”. Por eso “a Cristo le pedía que escribiese su nombre en mi corazón, para ser todo de Jesús y que sea mi vida en Cristo”.

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“Quiero vivir a Él, para Él y en Él”.”Y el día que Dios me pidió el corazón, se lo deseé entregar tan enteramente que ninguna criatura lo pudiese turbar” y eso por agradecimiento al que nos da todo lo que somos. Lástima me dan y mucha compasión y quisiera gritarles a los que tienen a Dios como si fuese una ley, que juzga y castiga y no da fuerzas para cumplirla, y por es le sirven como esclavos por miedo. Y eso es a causa de que no saben que Dios es Amor y les lleva, a veces, al apartamiento de Dios, cuando muy en lo contrario, Nuestro Señor es Vida verdadera y felicidad muy cumplida y su carga ligera, pues que Él se ha uncido a nuestro yugo y comparte con nosotros la misma carga. Jamás nos castigará: nos castigamos nosotros cuando nos separamos nosotros de Él y le perdemos. Está llamando a nuestra puerta, puesto que quiere siempre nuestro bien.

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“Plazca al Señor os de entender a todos, con acción de gracias, que gran cosa es que le llame a uno para servirse de él , sin tener necesidad alguna de él , poniéndolo en los negocios en que se puso Él, y encomendó a su sacratísimo Hijo”. Tened por muy cierto que todo cristiano está llamado al mismo ser y hacer de Nuestro Señor y en todo amar y servir a todos, y muy por delante a los que nadie ama. Mi padre, el duque Juan, ya me decía que “antes había que faltar dinero en palacio que a los pobres”, pues que son vicarios de Cristo en este mundo y el que da y se da al pobre, presta a Dios.

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