"La confesión es un sacramento extremadamente importante, pero ya exangüe. Cada vez son menos las personas que lo practican, pero sobre todo su ejercicio se ha convertido en algo casi mecánico: se confiesa algún pecado, se obtiene el perdón, se recita alguna oración y se acabó. En la nada o poco más.
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Hay que devolver a la confesión una esencia auténticamente sacramental, un recorrido de arrepentimiento y un programa de vida, una confrontación constante con el propio confesor; en resumen, una dirección espiritual"
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Cardenal Martini
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