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Por debajo del verbo soltar laten muchas expresiones que encontramos siempre pegadas a la médula del evangelio: perder la vida (Jn.12,25) vender todo lo que se tiene (Mt.13,44-46; 19,21; Lc.12,33), repartirlo a los pobres (Lc.18,22). Dicho de otra manera: no almacenar, no atesorar, no retener ávidamente, no codiciar.
El verbo con que san Pablo expresa el misterio de Jesús no es otro que vaciarse, despojarse. Jesús no se aferró a su categoría de Dios, no la codició sino que se despojó (Flp.2,6-7). El despojado será el exaltado, como dirá Pablo en el himno de Filipenses. Por ello, no dudará en expresar con el verbo despojarse el misterio de la vida cristiana (Ef.4,22-24; Col.4,9)
Jesús nos está invitando a realizar un nuevo éxodo, como hizo el Pueblo de Israel antaño. Hay que salir de todas las servidumbres de la posesión y adentrarse en la noche de la Pascua. Y para adentrarse en esa noche hay que estar “con la cintura ceñida y con el bastón en la mano” (Ex.12,11) disponibles para seguir el rastro que dejará el paso de Dios.
El verbo con que san Pablo expresa el misterio de Jesús no es otro que vaciarse, despojarse. Jesús no se aferró a su categoría de Dios, no la codició sino que se despojó (Flp.2,6-7). El despojado será el exaltado, como dirá Pablo en el himno de Filipenses. Por ello, no dudará en expresar con el verbo despojarse el misterio de la vida cristiana (Ef.4,22-24; Col.4,9)
Jesús nos está invitando a realizar un nuevo éxodo, como hizo el Pueblo de Israel antaño. Hay que salir de todas las servidumbres de la posesión y adentrarse en la noche de la Pascua. Y para adentrarse en esa noche hay que estar “con la cintura ceñida y con el bastón en la mano” (Ex.12,11) disponibles para seguir el rastro que dejará el paso de Dios.
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