30 diciembre 2008

Agarrar o soltar

Ante nuestra tendencia a agarrar, a aferrarnos, a acumular el Evangelio nos invita a soltar.
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Por debajo del verbo soltar laten muchas expresiones que encontramos siempre pegadas a la médula del evangelio: perder la vida (Jn.12,25) vender todo lo que se tiene (Mt.13,44-46; 19,21; Lc.12,33), repartirlo a los pobres (Lc.18,22). Dicho de otra manera: no almacenar, no atesorar, no retener ávidamente, no codiciar.

El verbo con que san Pablo expresa el misterio de Jesús no es otro que vaciarse, despojarse. Jesús no se aferró a su categoría de Dios, no la codició sino que se despojó (Flp.2,6-7). El despojado será el exaltado, como dirá Pablo en el himno de Filipenses. Por ello, no dudará en expresar con el verbo despojarse el misterio de la vida cristiana (Ef.4,22-24; Col.4,9)

Jesús nos está invitando a realizar un nuevo éxodo, como hizo el Pueblo de Israel antaño. Hay que salir de todas las servidumbres de la posesión y adentrarse en la noche de la Pascua. Y para adentrarse en esa noche hay que estar “con la cintura ceñida y con el bastón en la mano” (Ex.12,11) disponibles para seguir el rastro que dejará el paso de Dios.

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