17 noviembre 2008

Testimonios del noviviado (IV)

Continuamos con la serie de testimonios relatados por novicios (ya juniores), que nos cuentan alguna anécdota vivida durante una de las experiencias del noviciado.
En esta ocasión tenemos un pequeño testimonio acerca del mes de hospitales:

Una noche me puse a mirarlo. Donato nunca habla. Se pasa el día con las manos y el cuerpo sujetos a la silla, para que no se levante y no se agreda. Por las noches lo meten en una cama con barrotes a los lados para que no se caiga y sujetan sus brazos a ellos. O "sujeto". Esta noche me toca a mí. Pasa la noche crucificado. Y mira. Y te mira a los ojos. Al fondo de ellos. En silencio. Y en su mirada está el misterio del mundo. El odio, el amor, el dolor, el calor…

Cerrando los ojos veía en él al Crucificado. Con su grito silencioso exhalando su Espíritu. Y sabía que su vida tenía un sentido. Aunque no tuviese arreglo material. Aunque así nació y así se morirá. Aunque no sepa lo que es la luz o la oscuridad, no sea libre, no pueda elegir el bien o el mal… Aunque no sea una "persona" para el mundo, sino solamente un desecho improductivo sin familia que nadie recordará, un error, una putada, una mala broma de lo que llaman dios.

No, aunque no lo entienda, aunque sea misterio… tengo la secreta certeza, honda y firme certeza, de que mi vida, de que tu vida, de que todas nuestras dulces vidas no son mejores que la de él, que la de todos los que sufren, los olvidados, los HombresSinSentido. Y esa certeza es paralela a la de sentir que mi vida, tu vida, nuestras heroicas e intrascendentes vidas son maravillosas. Y que ellos son únicos y ocupan un puesto extraordinario en el plan del Creador.

1 comentario :

  1. Simplemente precioso y reconfortante. Gracias por este blog.
    maría

    ResponderEliminar