Prestar atención a las señales que nos van indicando por dónde ir y cómo hacerlo. El ensimismamiento no ayuda y nos atonta para percibir, para reconocer, para identificar. Empezar a espabilar de ese atontamiento que nos embota.ppp
"Porque, claro, si se trata de procesos complicados, que requieren recursos extraordinarios, lo del "discernimiento", lo de la búsqueda de la voluntad de Dios, sería sólo para unos pocos. Es verdad que, en algún momento de la vida, con ocasión de una decisión trascendente, en una situación muy compleja, sí que será necesario poner medios "extraordinarios": pero el desafío más común y más importante, creo yo, no es tanto lo extraordinario, que hay que hacer alguna vez en la vida, como lo cotidiano: vivir el día a día cristiano en búsqueda, en deseo de más, en limpieza de corazón y rectitud de intención...
Y eso es posible cuando el cristiano tiene un talante de "atención". Discernir en la vida cotidiana creo que es equivalen te a vivir la vida cotidiana con atención, una de las grandes virtudes necesarias en el cristianismo de hoy y del mañana próximo. La pedagogía de la vida cristiana debe estar muy atenta a formar esos talantes de atención; la ascética de nuestra vida cristiana debe colaborar a mantenemos despiertos en ese talante de atención. Desde él, el acto de discernir se convierte en un momento sencillo, casi espontáneo, en una sensibilidad creciente para detectar, para "oler" lo que es evangélico y lo que no. Sin ese talante de "atención", es muy artificial y peligroso iniciar procesos de supuesto "discernimiento" y, me atrevo a afirmar, no creo que, sin ese talante activo en lo cotidiano, se puedan improvisar discernimientos auténticos. Será útil, pues, describir ese talante de atención, y decir también alguna palabra sobre cómo podemos crecer en él y afianzarlo en nuestras vidas.
Un cristiano atento es alguien capaz de percibir en el día a día el regalo de su vida, lo que recibe de Dios a través de las personas y los acontecimientos de la vida. Alguien capaz de agradecimiento, del agradecimiento constante que merece el constante dar/se de Dios en la vida. Es "atento" quien supera la tentación de lo "obvio y natural"; de pensar que es obvio y natural lo que somos y tenemos, olvidando que, como una mirada lúcida al mundo demuestra, nada de ello es "obvio y natural": ni la vida, ni el afecto de quienes nos rodean, ni el trabajo, ni el sentido en lo que hacemos y vivimos, ni el pan que comemos, ni el techo que nos cobija, ni la palabra que nos es dicha o que somos capaces de decir.
Con ello nos introducimos en un segundo aspecto de la virtud cristiana de la "atención" y del talante vigilante, que el evangelio nos pide: la capacidad de mirar hacia afuera, de no ir por la vida "ensimismados". La "atención" cristiana no es la del solipsista embebido en sus pensamientos, sino la del buen samaritano. Mirar hacia afuera en muchos sentidos: hacia fuera de nuestras preocupaciones y problemas, hacia fuera de nuestros pequeños horizontes, hacia fuera de nuestros planteamientos y proyectos, hacia fuera de los que siempre nos dicen que sí o piensan como nosotros, hacia fuera de nuestros límites geográficos y culturales... En nuestro tiempo ese mirar hacia afuera supone muchas veces esfuerzo y decisión consciente, incomodidad e ir contracorriente. Hay que hacer esfuerzo por "salir" de tantas cosas: de nosotros mismos, de nuestros mundos, de nuestros ambientes habituales, de nuestros prejuicios siempre prontos a solidificarse."pppp
Y eso es posible cuando el cristiano tiene un talante de "atención". Discernir en la vida cotidiana creo que es equivalen te a vivir la vida cotidiana con atención, una de las grandes virtudes necesarias en el cristianismo de hoy y del mañana próximo. La pedagogía de la vida cristiana debe estar muy atenta a formar esos talantes de atención; la ascética de nuestra vida cristiana debe colaborar a mantenemos despiertos en ese talante de atención. Desde él, el acto de discernir se convierte en un momento sencillo, casi espontáneo, en una sensibilidad creciente para detectar, para "oler" lo que es evangélico y lo que no. Sin ese talante de "atención", es muy artificial y peligroso iniciar procesos de supuesto "discernimiento" y, me atrevo a afirmar, no creo que, sin ese talante activo en lo cotidiano, se puedan improvisar discernimientos auténticos. Será útil, pues, describir ese talante de atención, y decir también alguna palabra sobre cómo podemos crecer en él y afianzarlo en nuestras vidas.
Un cristiano atento es alguien capaz de percibir en el día a día el regalo de su vida, lo que recibe de Dios a través de las personas y los acontecimientos de la vida. Alguien capaz de agradecimiento, del agradecimiento constante que merece el constante dar/se de Dios en la vida. Es "atento" quien supera la tentación de lo "obvio y natural"; de pensar que es obvio y natural lo que somos y tenemos, olvidando que, como una mirada lúcida al mundo demuestra, nada de ello es "obvio y natural": ni la vida, ni el afecto de quienes nos rodean, ni el trabajo, ni el sentido en lo que hacemos y vivimos, ni el pan que comemos, ni el techo que nos cobija, ni la palabra que nos es dicha o que somos capaces de decir.
Con ello nos introducimos en un segundo aspecto de la virtud cristiana de la "atención" y del talante vigilante, que el evangelio nos pide: la capacidad de mirar hacia afuera, de no ir por la vida "ensimismados". La "atención" cristiana no es la del solipsista embebido en sus pensamientos, sino la del buen samaritano. Mirar hacia afuera en muchos sentidos: hacia fuera de nuestras preocupaciones y problemas, hacia fuera de nuestros pequeños horizontes, hacia fuera de nuestros planteamientos y proyectos, hacia fuera de los que siempre nos dicen que sí o piensan como nosotros, hacia fuera de nuestros límites geográficos y culturales... En nuestro tiempo ese mirar hacia afuera supone muchas veces esfuerzo y decisión consciente, incomodidad e ir contracorriente. Hay que hacer esfuerzo por "salir" de tantas cosas: de nosotros mismos, de nuestros mundos, de nuestros ambientes habituales, de nuestros prejuicios siempre prontos a solidificarse."pppp
Darío Mollá, sj
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