24 Agosto 1951 / Jàn Chryzostom Korec SJ, esloveno, es
consagrado obispo clandestinamente en una pieza cerrada y oscura de la otrora
Checoslovaquia a la edad de 27 años, convirtiéndose en el obispo más joven del
mundo. Fue una ordenación episcopal, según se cuenta, “hecha con
mucha prisa, en un apartamento con el miedo de que la policía política
irrumpiera de un momento a otro”.
Durante nueve años desempeñó su misión de sacerdote y de
obispo en una fábrica donde trabajó como obrero y después como guardián
nocturno. En 1960 fue arrestado, procesado y condenado a doce años de cárcel.
Fue recluido en un monasterio transformado en prisión, donde había otros seis
obispos y doscientos sacerdotes.
En sus años en prisión celebró cada día la Misa, y cuando
estaba en aislamiento, imaginaba hacer ejercicios espirituales. En 1968 con la
“Primavera de Praga” salió de la prisión gravemente enfermo. Para ganarse la
vida comenzó a trabajar como basurero en Bratislava. Por primera vez celebró la
Misa en público.
En 1969 llegó la rehabilitación, con lo que pudo obtener
un pasaporte para Roma, donde se encontró con Pablo VI, quien le entregó las
insignias episcopales. En 1974, sin embargo, fue anulada la rehabilitación y
fue de nuevo encarcelado, para cumplir los cuatro años que le faltaban de la
primitiva sentencia. Liberado en seguida por sus malas condiciones de salud,
siguió trabajando como obrero hasta los 60 años. En una entrevista concedida a una revista el 21 de
febrero de 1987, afirmó: "No me atribuyo grandes méritos. Cuantos más años
pasan, más veo claro que lo que tiene importancia pertenece a la gracia, es
decir, a Dios".
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