Bajando los montes me ves, pastor fiel;
conoces mis manos, conoces mis pies.
Cautivo en mis miedos, me pierdo de ti,
puerta siempre abierta de un solo redil.
Contigo a mi lado ya no temo más,
por verdes praderas me llevas a andar,
confío mi vida, enséñame a amar;
firme es tu cayado, camino de paz.
Dame tu alegría, Señor, toma mis temores,
guía tú mi senda, buen pastor,
lléname de vida; reconozco hoy tu voz.
Cada vez que llamas te escucho, pastor:
"sigue mis pasos: justicia y amor".
Los cercos se abren, liberador.
Dame tu alegría, Señor, cárgame en tus brazos,
guía tú mi senda, buen pastor,
lléname de vida; reconozco hoy tu voz.
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