seguir leyendo
pp
Tú, mi alegría, mi ansia sin descanso, mi llaga más íntima;
mi destino inevitable y deseado, mi meta y fundamento;
mi premio, la parte de mi herencia; la vida por quien vivo y mi camino, mi fe y mi confianza;
mi fuerza, mi roca, mi refugio y mi defensa; mi verdad también,
la clave de mi historia; mi oficio y mi tarea, mi norma única y mi ley,
el aire que respiro; la referencia única de lo que soy y hago;
el aire que respiro; la referencia única de lo que soy y hago;
la luz en que mis ojos ven el mundo y su grandeza;
el corazón con el que amo el mundo y su miseria;
la esperanza por la que lucho para el mundo y mis hermanos.
Dime, por fin, tu nombre deseado;
porque repito mil nombres y nunca es del todo el tuyo.
Tú, Pastor, Cristo, que me llamas por mi nombre
y conduces mi vida, a veces, desnortada;
Cordero que, entregándose, de mi no-ser me libera
Tú, Pan que me nutre de eternidad,
semilla de mi futuro, Reino en mí ya comenzado;
Fuego que, por dentro, me arde,
Tú, Pastor, Cristo, que me llamas por mi nombre
y conduces mi vida, a veces, desnortada;
Cordero que, entregándose, de mi no-ser me libera
Tú, Pan que me nutre de eternidad,
semilla de mi futuro, Reino en mí ya comenzado;
Fuego que, por dentro, me arde,
me exalta y me hiere tiernamente;
mi único Señor, Salvador de mí mismo,
Maestro, Amigo,
Hijo del Padre que me adopta en su familia;
imagen de Dios en quien me miro;
Primogénito de todo cuanto existe
y mi mejor Hermano;
el Sí que Dios me dice nada ambiguo;
su Testigo fiel,
Hijo del hombre, de mi raza, carpintero;
Mendigo que, tenaz, llama a mi puerta,
kénosis de Dios, y abajamiento,
y a su mesa me convida;
Enmanuel, Dios conmigo y mi Vecino;
mi Altar, mi ofrenda y sacrificio, mi templo,
mi Pontífice, Mediador que mi pequeñez levanta hasta el Altísimo;
Verbo, Palabra de Dios, eternamente formulada,
que en dialecto humano me habla;
mi Abogado, mi libertador, el perdón de mi malicia ;
hijo de María; víctima malherida, tantas veces gusano despreciado;
vencedor de mi muerte, mi resurrección, mi paz de cada día.
mi único Señor, Salvador de mí mismo,
Maestro, Amigo,
Hijo del Padre que me adopta en su familia;
imagen de Dios en quien me miro;
Primogénito de todo cuanto existe
y mi mejor Hermano;
el Sí que Dios me dice nada ambiguo;
su Testigo fiel,
Hijo del hombre, de mi raza, carpintero;
Mendigo que, tenaz, llama a mi puerta,
kénosis de Dios, y abajamiento,
y a su mesa me convida;
Enmanuel, Dios conmigo y mi Vecino;
mi Altar, mi ofrenda y sacrificio, mi templo,
mi Pontífice, Mediador que mi pequeñez levanta hasta el Altísimo;
Verbo, Palabra de Dios, eternamente formulada,
que en dialecto humano me habla;
mi Abogado, mi libertador, el perdón de mi malicia ;
hijo de María; víctima malherida, tantas veces gusano despreciado;
vencedor de mi muerte, mi resurrección, mi paz de cada día.
Dime tu nombre verdadero, ser de mi ser,
dímelo Tú, pues que hace falta a los que penan, y a los vencidos,
a los solos, a los que no pueden ya más ni ven salida,
a los agobiados de soportar la carga de vivir,
a los oprimidos por los que sobre ellos medran,
a los que, distraídos u orgullosos,
que ni siquiera saben que te necesitan
y se están muriendo de sí mismos;
a los que se mueren de ganas y buscan y no saben qué;
a los que sienten la muerte en el corazón mismo de la vida
y piden prodigios, demostraciones, sin aceptar ser amados ;
a los que te arrinconan, pieza de museo, o ilustre personaje histórico;
a los que te reducen a una idea.
Dinos, Jesús, tu nombre, quién eres, y que nos cambie
y nos haga el mundo en paz y vívidero, porque solos no podemos.
O hazme a mí mismo, si Tú quieres, tu nombre, repetido, vivo;
tu imagen, tu presencia aquí y ahora en ti y contigo.
¿Quién es el autor del texto? Es maravilloso y lo envie a los amigos.
ResponderEliminar