"Pedro lo seguía de lejos" (Lucas 22, 54) Como le sucede a Pedro cuando Jesús es prendido y llevado a casa del sumo sacerdote, nuestra forma de seguirlo es razonable. Lo más sensato es mantener una distancia de seguridad por si acaso, por las consecuencias, por lo que podría implicar. Es cierto, deseamos seguirlo pero quizá, al mismo tiempo, queremos mantener una distancia de seguridad. Deseamos amarlo pero quizá, al mismo tiempo, queremos controlar lo que supondría un amor así.
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