Ojalá, Señor, te llegue mi
voz.
Aquí estoy.
Sin grandes palabras que
decir.
Sin grandes obras que
ofrecer.
Sin grandes gestos que hacer.
Solo aquí. Solo. Contigo.
Recibiré aquello que quieras
darme:
luz o sombra. Canto o silencio.
Esperanza o frío. Suerte o
adversidad.
Alegría o zozobra. Calma o
tormenta.
Y lo recibiré sereno, con un
corazón sosegado,
porque sé que tú, mi Dios
estás conmigo.
Tú me has llamado
y me mantienes en tu
Compañía.
Haz que otros puedan unirse a
tu proyecto,
que desde hace años también
es el mío.
Y así sigo, Señor.
Aquí, sin más, bebiendo de tu
vida.
En silencio.
Contigo, con otros,
sabiéndote resucitado.
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