A su llegada a Madrid, Benedicto XVI nos dirigía estas palabras: "¿Por qué y para qué ha venido
esta multitud de jóvenes a Madrid? Muchos de ellos han oído la voz
de Dios, tal vez solo como un leve susurro, que los ha impulsado a buscarlo más
diligentemente y a compartir con otros la experiencia de la fuerza que tiene en
sus vidas. Este descubrimiento del Dios vivo alienta a los jóvenes y abre
sus ojos a los desafíos del mundo en que viven, con sus posibilidades y limitaciones"
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