“En la vida espiritual lo contrario de la interioridad no es la exterioridad, sino la superficialidad. Interioridad y superficialidad son opuestas, en cuanto que corresponden a dos disposiciones incompatibles ante Dios, ante el entorno y ante uno mismo; una vive de la cantidad, la otra de la calidad; una de la compulsividad, la otra de la gratuidad; una de la seguridad, la otra de la confianza; una de la inmediatez, la otra de los lentos procesos que se van gestando en la profundidad del corazón humano”
Xavier Melloni, SJ
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