Ante la llamada del Señor están los que dicen “ahora no puedo” y se llenan de justificaciones que lo expliquen. Motivos aparentes, cargados de razones que la persona se acaba creyendo. Les oyes decir que no pueden e intuyes que, en realidad, están diciendo “no quiero”. ¿Miedo ante algo que les resulta amenazante? Es bastante probable. Les costará mucho reconocerlo y, mientras tanto, desplazarán el problema echando balones fuera con razones que justifiquen su respuesta. Algo así lo encontramos en el joven rico (Mc 10,17-22) o en los que ponen excusas (Lc.9,57-62).
Están también los que van tomando algunas decisiones, y esto les transmite la sensación de que ya están respondiendo a la invitación que se les hace. En realidad, es un mecanismo de defensa que les evita enfrentarse con la decisión de responder a las claras: “que vuestro sí, sea sí y vuestro no, sea no” (Mt. 5,37)
¿Cuál es tu respuesta?
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