23 noviembre 2010

Narciso Yepes

"Mi vida de cristiano tuvo un largo paréntesis de vacío que duró un cuarto de siglo. Me bautizaron al nacer y ya no recibí ni una sola noción que ilustrase y alimentase mi fe…¡Comulgué por primera vez a los 25 años! Yo no practicaba ni creía ni me preocupaba lo más mínimo de que hubiera o no hubiera una vida espiritual, una trascendencia. Luego pude saber que yo siempre había contado para Él.

Yo estaba en París, acodado en un puente del Sena, viendo fluir el agua. Era por la mañana. De pronto le escuché dentro de mí. Quizás me había llamado ya en otras ocasiones, pero yo no le había. Aquel día yo tenía la “puerta abierta”. Y Dios pudo entrar. No sólo se hizo oír, sino que entró de lleno y para siempre en mi vida.”


No hay comentarios :

Publicar un comentario