Jesús está reunido con sus discípulos. Es la Pascua. El horizonte de Cuerpo entregado y Sangre derramada se acerca, está llegando la Hora. No lo quiere precipitar pero sabe que ya no se puede retrasar más. “Lo que tengas que hacer, hazlo pronto”, le dice a Judas. “Judas tomó el trozo de pan y salió enseguida: era de noche”
Ha decidido la muerte de Aquel que es la Vida. Y sale, abandonando el lugar donde brilla la gloria, llevándose consigo el trozo de pan, la vida de Jesús, para entregarla. Judas entra en las tinieblas. El mismo se hace tiniebla hasta la desesperación y la perdición.
Amaos como yo es amado, nos dirá. El mandamiento no es nuevo. Ya se nos había dicho que amáramos pero que lo hiciéramos como nos amamos a nosotros. El propio yo como medida del amor. Ahora la medida ha quedado remecida, desbordada. Jesús es la medida, el "como" yo os he amado.
Hay que tener mucho coraje para dejar atrás la medida que da el propio yo: sus propias carencias, sus propias ansiedades, sus propias fantasías. Todo un espejismo con pretensión de realidad. Qué fácil engañarse.
Ha decidido la muerte de Aquel que es la Vida. Y sale, abandonando el lugar donde brilla la gloria, llevándose consigo el trozo de pan, la vida de Jesús, para entregarla. Judas entra en las tinieblas. El mismo se hace tiniebla hasta la desesperación y la perdición.
Amaos como yo es amado, nos dirá. El mandamiento no es nuevo. Ya se nos había dicho que amáramos pero que lo hiciéramos como nos amamos a nosotros. El propio yo como medida del amor. Ahora la medida ha quedado remecida, desbordada. Jesús es la medida, el "como" yo os he amado.
Hay que tener mucho coraje para dejar atrás la medida que da el propio yo: sus propias carencias, sus propias ansiedades, sus propias fantasías. Todo un espejismo con pretensión de realidad. Qué fácil engañarse.
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