Bendito eres Tú, Padre, porque llamas a cada uno por su nombre y nos invitas a emprender una manera más personal y consciente de seguirte.
Bendito eres, Tú Padre, por interpelarnos en lo profundo y radical de nuestra vida y por liberarnos de nuestras seguridades falsas y de nuestros ídolos secretos que construimos sin cesar.
Bendito eres, Padre, porque nos das el Espíritu, el único que puede convertirnos, el único que puede atravesar nuestros pensamientos, el único que puede darnos un corazón de hijos según el Corazón de tu Hijo Jesús.
Señor, tú conoces nuestras necesidades, sabes que este mundo necesita brazos para seguir transmitiendo tu Buena Noticia. Escucha nuestra oración y haz que cada día sepamos responder a tus llamadas.
Para que siempre haya corazones jóvenes dispuestos a seguir la llamada del Señor y dedicar su vida al servicio de los hombres, siendo testigos de esperanza. Oremos.
Para que cada comunidad cristiana sea un auténtico cauce por el que el Señor invite a los jóvenes a dar una respuesta valiente a su llamada. Oremos.
Para que cada jesuita viva con profunda alegría su vocación, y sea testigo del amor de Dios para los que le rodean, especialmente los más necesitados. Oremos.
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