18 enero 2010

La acción de la Gracia

"Se ha visto a la Gracia introducirse con juegos increíbles en el alma mala e incluso en un alma perversa, y se vio salvar lo que parecía perdido. Pero no se vio jamás mojar lo que estaba barnizado, ni atravesar lo impermeable, ni empapar lo habituado.

De ahí vienen tantas faltas que constatamos en la eficacia de la gracia que consigue victorias inesperadas en las almas de los más granes pecadores y que, en cambio, queda con frecuencia inoperante en las más honradas gentes.

Y es que las más honradas gentes, o a aquellos a quienes se llama así o los que les gusta que les llamen así, no tienen puntos flacos en la armadura. No están heridos. Su piel de moral constantemente intacta les hace un cuero y una coraza sin defecto. No presentan en ninguna parte esa abertura que hace una terrible herida, una inolvidable angustia, un punto de sutura siempre mal cerrado, una mortal inquietud, un invisible trasfondo del alma, una amargura secreta, una ruina perpetuamente enmascarada, una cicatriz eternamente mal cerrada. No presentan esa puerta a la gracia que es esencialmente el pecado. Puesto que no están heridos, no son vulnerables.

Puesto que no les falta nada, no se les da nada. Puesto que no les falta nada, no se les da nada. Puesto que no les falta nada, no se les da lo que es Todo. El amor mismo de Dios no cura aquello que no tiene llagas: Porque estaba en tierra el hombre es por lo que le recogió el samaritano. La verónica limpió el rostro de Jesús, porque estaba sucio. El que no está caído, no será recogido; el que no está sucio, no será jamás limpiado.

Charles Peguy.

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