21 agosto 2009

Sin restricción alguna en mi don total

«Yo te hago la entrega de todo lo que soy y poseo, yo deseo dártelo todo, servirte donde no haya restricción alguna en mi don total». Con estas palabras concluyó Alberto Hurtado, santo jesuita chileno, su discernimiento vocacional siendo joven. Este discernimiento se intensificó durante el mes de Junio de 1923 cuando estaba finalizando sus estudios universitario en Derecho.
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La precaria situación económica de su madre, viuda desde hacía años, era una dificultad que retrasaba la decisión final sobre su vocación. Las circunstancias dieron la solución a este problema familiar y finalmente Alberto Hurtado entró en el Noviciado de los Jesuitas en Chile.
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¿Es posible que la libertad se decante ante una determinación inapelable: servir a Dios donde no haya restricción alguna en nuestro don total?

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