24 julio 2009

En tiempo de desolación

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A veces sucede. No es cuestión de falta de generosidad. Desean seguir al Señor Jesús y hacerlo en la vida religiosa. Gente joven plagada de ideales de entrega y servicio, de pasión por el Evangelio, entusiasmados con el Señor.
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Desean intensamente esa entrega pero hay algo que les frena. Algo que, tarde o temprano, les hace sentirse atrapados y les frena en seco. De pronto, la fuerza disminuye y lo que hasta ese momento se veía con claridad, empieza a estar confuso.
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Es un momento delicado en el proceso vocacional que pide una acogida inmensa por parte de aquellos que acompañan. La persona había aprendido hasta ese momento a identificar y nombrar lo más luminoso: los deseos, los ideales... Ahora toca empezar a identificar y nombrar todo aquello que arroja una sombra de duda o miedo hasta el punto de frenar.
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Es un aprendizaje nuevo. Una oportunidad única. El encuentro con el Señor Jesús se realizará desde una perspectiva hasta ahora desconocida. Ya no es sólo el que llama sino también el que fortalece en la respuesta.

1 comentario :

  1. Bonitas palabras.

    Y más bonitas aún por ser ciertas.

    Señor dame fuerzas, y valentía para usarla cuando me hayas dado no tanto la que yo creo que quiero, como la que tú sabes que necesito.

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