Con todo esto de la crisis económica y con el impacto que está teniendo en tantos, te empiezas a preguntar que elegir es todo un lujo. Elegir supone que hay, al menos, dos posibilidades y que tienes el margen suficiente para poder valorar una y otra.
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Pero es que cada vez te encuentras con más gente que no les queda más remedio que ir en una única dirección, sin posibilidad de elegir, sin margen de maniobra.
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La penuria, del tipo que sea, trae consigo una limitación de posibilidades, una imposición unidireccional, un "no hay más remedio", una cierta fatalidad.
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De vez en cuando recupero esta foto que hice caminando por la ciudad. Fue casual y de esto hace ya un par de años. Me encontré este cartel en la pared de un viejo edificio en ruinas.
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A veces, elegir parece un lujo asiático y casi un insulto. Pero quizá es entonces cuando el hecho de elegir se sitúa en otro nivel, mucho más profundo e imperceptible y al que hemos sido empujados. Elegir lo fundamental: no claudicar, no tirar la toalla, no dejarse arrastrar por esa corriente que empuja hacia no se sabe dónde.
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Es probable que esta situación de crisis esté situando a muchos en esa aprendizaje nuevo en el que tienes que elegir lo fundamental, lo que te sigue agarrando y arraigando. Habrá que descubrir qué es.
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