09 marzo 2009

Entrevista con un Provincial

Transcribimos la entrevista que el Diario asturiano La Nueva de España realizó, ayer domingo, a Juan Antonio Guerrero, Provincial de Castilla.
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"Juan Antonio Guerrero Alves, de 49 años, es provincial de la Compañía de Jesús para la provincia jesuítica de Castilla, un territorio que incluye Asturias junto a otras ocho comunidades autónomas (Galicia, Cantabria, La Rioja, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Madrid, Extremadura y Murcia). De Guerrero Alves dependen unos 620 jesuitas que trabajan en 18 colegios, tres instituciones universitarias, once parroquias, diez templos, siete casas de ejercicios espirituales, una editorial y varios centros de fe-cultura o de servicios sociales. Juan Antonio Guerrero visitó recientemente Asturias para tomar un primer contacto con los jesuitas de la región, ya que fue nombrado provincial en julio de 2008.
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-En el presente, ¿cuántos jesuitas trabajan en España?
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-Unos 1.600, sumando nuestra provincia y las de Andalucía, Valencia, Cataluña, Aragón y País Vasco. En Castilla hay 34 comunidades, con más de seiscientos jesuitas. Y en Asturias hay 40 jesuitas: 20 en el Colegio de la Inmaculada, once en El Natahoyo y nueve en Oviedo.
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-La Compañía tiene un nuevo superior general desde enero del pasado año, Adolfo Nicolás. ¿Nuevas orientaciones?
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-Se van tomando decisiones en la reorganización de la Compañía con una mayor universalidad. Por ejemplo, un jesuita de Gijón, Pablo Guerrero, ha sido nombrado provincial de Rumanía. Lo pide el general, que es español pero ha trabado en Japón: moverse de un lugar a otro con una facilidad grande, vivir más efectivamente la vocación universal de los Jesuitas. También noto el subrayado que viene de la congregación general que eligió a Nicolás sobre la eclesialidad, el vivir efectiva y afectivamente vinculados al Papa.
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-¿Qué pide Benedicto XVI?
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-Nos dice dos cosas: que vayamos a las fronteras de la fe, pero que lo hagamos desde el interior de la Iglesia y estando en comunión con la jerarquía.
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-Algunos sectores de la Iglesia dicen que los religiosos son rebeldes, que imparten Educación para la Ciudadanía sin crítica, y que acogen la disidencia teológica en su publicaciones.
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-Pasamos nuestros libros por la censura del obispo correspondiente. La Compañía no es disidente en absoluto. ¿Adónde íbamos a ir de disidentes? Nosotros queremos decir las cosas que dice la Iglesia acercándolas a la gente y tender puentes, y dialogando con la cultura, con las religiones. Ir a la frontera, pero sería doloroso que, yendo a la frontera, nos saliéramos.
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-¿Y Ciudadanía?
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-La FERE, los religiosos, ha actuado junto a la Conferencia Episcopal. Hay diversidad entre los obispos, pero los religiosos actuaron apoyados por Ricardo Blázquez, que era el presidente entonces de la Conferencia.
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-Pero el cardenal Cañizares afirmo que «colaboraban con el mal» al impartir esa asignatura.
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-Al final, Cañizares dijo lo mismo que la FERE, que se impartiera según el ideario del centro, que es lo que se permite hacer y lo que están haciendo los colegios, donde se pretende formar ciudadanos. El problema sigue en pie con los colegios públicos, y ahí la asignatura se presta a que sea un espacio de formación o deformación ideológica.
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-Estado de la enseñanza en España.
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-No minimizo la cuestión de Educación para la Ciudadanía, pero el problema central es el del fracaso escolar, que es la fuente de que muchas personas queden excluidas y que se salgan del sistema. Tenemos que hablar con el Estado sobre la educación que se está dando en España. La exclusión tiene mucho que ver con la educación y esto se vive más en barrios marginales o cuando se ve desde las víctimas.
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-Se acusa a la concertada de no ser centros de integración.
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-Se ha democratizado claramente, con los conciertos. Nosotros ahora insistimos en el anuncio explícito de la fe en Cristo y acompañar a los jóvenes en el camino de la fe, y en que no se queden rezagados en al educación, y en atender a la diversidad. En los colegios no tenemos mucha capacidad de decidir quiénes estudian en ello, sino que depende del área de influencia. En el Colegio Piquer, de Madrid, tenemos un 30 por ciento de alumnos de integración.
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-Las Ursulinas han cedido sus colegios a una empresa. ¿Qué hará la Compañía si llega a tener pocos miembros?
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-Nuestra fórmula es que hay una delegación de educación que acompaña a la dirección del colegio y que proporciona formación a los profesores y pastoralistas y ayuda en la gestión del centro. Es un centro de gestión que está en Valladolid. De hecho, hay colegios que no tienen jesuitas o los pastoralistas son seglares.
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-¿Vocaciones?
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-Varía mucho. En toda España, durante los cinco años que yo he sido maestro de novicios, cuando más han sido 21 y cuando menos, nueve. Cada vocación es un milagro y hay que darle gracias a Dios por cada una. En el mundo en el que vivimos las vocaciones rompen la cadena de hechos normales. Como me dijo una madre: «Anda, que mi hijo tiene vocación; pues ahora voy a esperar a que me toque la lotería, porque en España hay más gente a la que le toca el gordo que gente que tenga un hijo jesuita».
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-Los llamados nuevos movimientos de la Iglesia, de corte conservador muchos de ellos, reciben muchas vocaciones.
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-Agradezco las que el Señor nos manda a nosotros y no comparo mucho, la verdad. Ojalá que las reciban. Si hay muchas vocaciones en otros sitios, pues bendito sea Dios. La Iglesia es amplia.
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-Un jesuita economista, ¿qué dice de la crisis?
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-Es seria, pero los economistas te explican cómo te arruinas y no cómo hacerte rico. No como economista, sino con sentido común, vemos que llevamos años viviendo por encima de nuestras posibilidades, desaforados en consumo. Llevamos años oyendo hablar de la burbuja; vivir en una ficción nos ha conducido a una situación de verdad. Pero no tengo una respuesta técnica. La presión sobre los centros sociales y nuestra presencia se han multiplicado. Queremos estar acompañando a esas personas, sobre todo a los inmigrantes.

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