No cabe duda de que por ahí, entre ellos, anda nuestro Señor...
Era sábado por la noche cuando fui a la capilla y en oración dije al Señor: "¿Qué está pasando? He dirigido décadas de retiros, retiros a los adolescentes, a parejas casadas, a sacerdotes y monjas, en fin, a todo tipo de líderes. También he dirigido retiros privados, retiros grupales, he predicado en retiros. Pero nunca había experimentado ser afectado tan rápido y tan profundamente. Me siento como si en lo más profundo, en mi centro, me he abierto a Ti, Dios. Y quiero decir "Sí" a Ti como nunca he dicho antes Sí, aunque he sido jesuita durante treinta y cinco años y sacerdote por veintisiete."
Salí de la capilla y me encontré con uno de los pocos hombres de raza caucásica en este retiro que había vivido en la calle y había sido drogadicto. Cuando expliqué mi experiencia y le pregunté qué estaba pensando, dijo, estos hombres han vivido en la calle y han sido adictos al alcohol y a las drogas. Ellos han perdido sus empleos, sus familias y el respeto a sí mismos. Ahora están tratando de transformar sus vidas, han entrado en retiro y están siendo despiadadamente honestos con ellos mismos y con sus verdaderas necesidades. Ellos están tratando de dejar un estilo de vida de aislamiento, de individualismo y de adicción, y, finalmente, encomendarse a Dios. En ese primer retiro con los sin techo, quedó claro que estos hombres me estaban evangelizando...
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