21 noviembre 2008

Testimonios del noviciado (VI)


Seguimos con las entradas testimoniales sobre experiencias del noviciado. Hoy os presentamos esta reflexión sobre la experiencia de peregrinación...

Quiero contaros la maravilla de haberme experimentado rico en la pobreza. Ocurrió este verano. Como parte de nuestro noviciado debíamos “sobrevivir” un mes sin dinero ni comida, buscando trabajo en el campo o mendigando. No podíamos decir que éramos jesuitas porque esto podía suponer una ventaja para nosotros, y buscábamos vivir una experiencia lo más real posible de pobreza y de confianza en el Señor. Así que, un día cualquiera, aparecimos equipados con una simple mochila en un pueblo perdido de Murcia. Comenzamos a preguntar en bares si podían darnos algo de comida y todos nos la negaron o nos citaron para más tarde. Decidimos buscar un lugar para dormir y nos recomendaron ir a la comisaría para pedir sitio en el albergue. Esperando uno de nosotros se metió a curiosear en un centro cívico y por pura casualidad encontró una celebración de cristianos evangélicos. Nos metimos a ver sus oraciones, sus cantos… al final de la ceremonia nos presentamos como estudiantes católicos que buscaban alojamiento y trabajo, y a la media hora estábamos en casa de Luis y María, dos ecuatorianos que compartían casa con la hermana del primero, ¡cenando langostinos! Sacaron lo mejorcito que tenían para nosotros y nos ofrecieron una habitación gratis por unos días mientras encontrábamos trabajo. Al cabo de una semana empezamos a trabajar en una cooperativa de melones y les alquilamos el cuarto; conviviendo con ellos descubrimos que trabajaban 12 horas diarias sin casi vacaciones, que iban justísimos de dinero para mandar todo lo posible a sus hijos en Ecuador, y que a pesar de todo ello se desvivían en generosidad con nosotros. Todavía hoy nos planteamos cómo es posible que una familia acoja a 3 jóvenes gratuitamente y sin conocerles de nada, más aún siendo personas que llegan justitas a final de mes, y en los tiempos que corren. Era también emocionante comprobar que su fe en Jesús nutría su actitud hacia nosotros, a pesar de las distancias y las diferencias en la manera de vivirla. De alguna manera el Señor se sirvió de ellos para mostrarnos la grandeza del amor y de la generosidad en esta época difícil que vivimos. Si esta gente es capaz de amar así… ¡debemos aprender a darlo todo allá donde caigamos! A poner el corazón en lo importante, a confiar en el Señor, a saber ser desprendidos y generosos. Después de estos meses, de vez en cuando, pienso en ellos, caigo en la cuenta que deben estar trabajando con la misma intensidad que siempre, y con toda su generosidad… y me siento animado a seguir adelante. Señor, dame un corazón generoso y desprendido, ayúdame a valorar lo que tengo y a no ser caprichoso, y haz de mí humilde instrumento de tu amor.

1 comentario :

  1. QUE VIVA EL ECUADOR, mi pais es un pais mayoritariamente católico la verdad no comparto mucho lo q nuestros hermanos protestantes viven, y ademas porq su ingreso al Ecuador ha sido en algunas poblaciones por interes, porq compañias petroleras necesitaban entrar a extraer petroleo, de ahi los ecuatorianos somos asi damos lo mejor de nosotros. por mi parte me encuentro en esta encrucijada de que quiere Dios de mi y no se solo espero su voluntad pero a veces parece dificil. felicitaciones por su blog y suerte

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