12 noviembre 2008

Testimonios de los Primeros Votos


El crucifijo que véis en la foto es el de un jesuita que hace poco más de un mes hizo sus votos. Al final de la ceremonia se lo entregaron y será su compañero durante toda la vida.
Aquí os incluimos su reflexión acerca de este paso dado, que es el más importante de su vida:


Hace apenas dos meses que hice mis votos perpetuos (como sabéis se hacen a los dos años de entrar al noviciado, una vez que tanto el sujeto como
la Compañía están seguros de que existe una llamada del Señor y un deseo de respuesta) y ahora me encuentro metido en la rutina del estudio de la filosofía en Salamanca. Pero lo que deseo contaros ahora es cómo viví el día de mis votos, creo que uno de los días más intensos de mi vida.

Otras veces había visto ceremonias de ordenación sacerdotal o de votos perpetuos; siempre había estado en el “gallinero”, de espectador, o bien ayudando en el coro, pero esta vez era totalmente diferente. Esta vez no había nadie delante de mí más que el altar, los sacerdotes, y el Señor. Detrás de mí familia, amigos, compañeros jesuitas. Y a mi lado, 7 connovicios más que conmigo daban el sí definitivo a Dios. Esta vez no me distraería fácilmente en la homilía ni me preguntaría qué se les pasaría por la cabeza a los votantes; tampoco tendría tiempo para entretenerme buscando caras conocidas por la asamblea. Todo mi ser estaba puesto en aquella ceremonia. Porque después de tantos años de búsqueda, de tira y afloja con el Señor, de huidas y mediocridades… después de todo ese tiempo daba el SÍ. No podéis imaginar la “serenidad emocionada” que sentí allí delante. No hacía más que mirar el crucifijo y pensar: “Ya está hecho, Señor. Aquí estoy. Ya no huyo más. He aquí tu esclavo”. Lo pensaba una y otra vez y cuanto más lo hacía más me emocionaba y más lloraba. “Hoy es el día. Hoy cumplo tu voluntad. He aquí tu esclavo”. Mi historia vocacional pasaba delante de mis ojos y sentía que todos esos recuerdos confluían en aquel preciso y precioso momento como un largo río que por fin desemboca en el mar. “Señor crucificado, tú mueres por mí, hoy te entrego mi vida. He aquí tu esclavo”. Como si todo el tiempo se hubiera parado y de la nada surgiese el momento más verdadero de mi vida. Entre lágrimas avanzó la ceremonia; cantos profundos, una homilía de las de quitar el hipo, y en lo que a mí me pareció un plis llegó el momento. Uno por uno, arrodillados delante de la forma consagrada, del Señor, pronunciamos nuestros votos. Segundos de espera interminables. Mi turno. Me acerco y me arrodillo. “Dios Todo Poderoso… aunque indigno de presentarme ante ti… confiado en tu amor infinito… te prometo con voto pobreza, castidad y obediencia perpetuas…Te pido humildemente.. que me ayudes a ofrecerte este sacrificio”. Vuelta al sitio. Y como un flash: “Ya soy jesuita. Ya soy consagrado. Mi corazón es tuyo, Jesús”. Y vuelta a llorar. Vuelvo a emocionarme escribiendo esto y no puede ser de otra manera porque esto es muy grande. Muy muy grande. No puedo imaginarme otra manera de vivir que regalándole el corazón a Jesucristo haciendo Su voluntad; mejor dicho, sé que hay otras maneras de vivir y yo mismo las he experimentado, pero “todo lo estimo basura ante la sublimidad del conocimiento de Jesús”. El crucifijo que veis en la foto es nuestra cruz de votos; es bonito ver que los jesuitas mayores, los que acaban sus días en la enfermería tras una vida entregada a Él, todavía tienen puesta en su mesilla la cruz que les dieron 60 o 70 años antes, el día de sus votos. Habla de la historia de amor apasionado que supone consagrarse a Jesús y regalarle todo el corazón, toda la mente, todo el cuerpo, todo el ser.

Ahora, en lo concreto, mi vida ha cambiado poco. Voy a la universidad, hago alguna actividad apostólica, mis oraciones… pero por dentro mi día a día es totalmente diferente. Porque siento y sé que Jesús está conmigo y que poco a poco se apodera más de mí.


2 comentarios :

  1. Yo estuve allí, el 20 de septiembre, en Loyola. Recuerdo muy bien toda la ceremonia, la homilía, a cada uno de ellos pronunciando sus votos... y es un día que no olvidaré porque fue muy emocionante.

    Agradezco mucho este testimonio.
    ¡Un saludo a todos los de Salamanca!

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  2. De estos votos han florecido nuevas vocaciones :)
    [vaya pedazo de homilia...!]
    jejeje SORPRESA!!

    Damos gracias a Dios por aquel dia y porque hay jovenes que estamos dispuestos a cumplir y seguir con toda la alegria del mundo la llamada de Dios.

    Testimonios como los que hay en esta pagina escritos dan mucho que pensar y mucha alegria!

    AD MAIOREM DEUS GLORIAM!!!!

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