02 noviembre 2008

SANTOS ANÓNIMOS



Hoy, día de los Santos difuntos, queríamos recordar el caso de Omaira. A todos nos impactó y conmovió hasta lo más profundo esa mirada de Omaira que, consciente de su muerte, miraba más allá.
Aquí tenéis la historia para aquellos que no la vivistéis:

Omaira Sánchez era una niña de 13 años, de tez morena, cabello ondulado y rostro angelical, quien atrapada por los escombros que dejó la avalancha, se convirtió en el símbolo de la tragedia de Armero. Su drama fue descubierto por el socorrista de la Cruz Roja Jairo Enrique Guativonza, en la tarde del jueves 14 de noviembre, casi 20 horas después de que Armero fuera sepultada. Cuentan quienes vivieron el drama que Omaira quedó atrapada al caer en una alcantarilla cuando trataba de huir con su abuela desde el barrio Santander, donde residía, hacia la parte alta de la localidad, mientras detrás avanzaba la avalancha. El socorrista, luego de varias horas de trabajo, logró romper una plancha de cemento que la tenía atrapada. Pero el destino de la niña estaba marcado hacia la muerte, pues cuando intentó sacarla, notó que sus piernas estaban atrapadas entre palos, pedazos de ladrillos y cadáveres humanos hundidos entre el lodo. No fueron suficientes los esfuerzos de Guativonza y otros socorristas que con motobombas trataron de evitar que el agua, que le llegaba al cuello, subiera de nivel y la ahogara. Tampoco el trabajo de varias personas que la alimentaban e hidrataban, mientras los miembros de la Cruz Roja trataban de quitar los obstáculos que la tenían atrapada. Ante la mirada impotente de periodistas, camarógrafos y fotógrafos que mostraron al mundo su imagen de ternura y que pese a su estado nunca entró en desespero, Omaira murió el sábado 16 de noviembre."





























Muchos preguntamos ese día; ¿dónde estás, Dios? ¿Por qué no haces algo?
Mirando de nuevo esa foto, pero libre ahora de la rabia contenida del momento y consciente de la cantidad de luz que el recuerdo (y la presencia misteriosa) de Omaira ha traído a tantas personas que visitan su tumba en peregrinación, puedo decir que ahora sí veo al Señor en aquella escena, lo veo mirando al mundo a través de esos preciosos ojos de niña, y no solo mirándolo, sino lo más importante, perdonándolo y salvándolo...

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