13 octubre 2008

El jesuita que salió de una melé

Alfonso Alonso-Las Heras, ex internacional de rugby, ingeniero químico y jesuita de 27 años. Os ofrecemos un testimonio vocacional de Alfonso grabado cuando estaba en Salamanca estudiando Filosofía.
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Y reproducimos un artículo editado el pasado viernes por La Nueva España en el que se da a conocer a este joven jesuita:
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"Alfonso Alonso-Las Heras, «Fonfo» en el mundo del rugby, vallisoletano, de 27 años, sorprendió hace unos años con su decisión de abandonar su prometedora carrera deportiva, había sido internacional en todas las categorías, e ingresar en la Compañía de Jesús. En septiembre fue destinado al Colegio Inmaculada de Gijón donde es profesor de Ciencias Naturales y se prepara para el sacerdocio... seguir leyendo
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A Fonfo su afición al rugby le viene de familia, su padre y su hermano mayor, Jaime, jugaron y fueron los que lo iniciaron en este deporte en El Salvador de su Valladolid natal, equipo con el que se proclamó campeón de España cadete, juvenil y junior y logró dos Ligas y una Copa del Rey en División de Honor en la que debutó cuando tenía tan sólo 18 años. A los 23 y a un paso de debutar en la selección absoluta decidió ingresar en la Compañía de Jesús. Siendo ya jesuita, el pasado año mató el gusanillo entrenando al equipo de la Universidad de Salamanca con el que también de vez en cuando jugaba. Alfonso ya hizo los votos, pero aún no se ha ordenado sacerdote, algo para lo que todavía le queda un tiempo, «después de estar aquí unos años estudiaré Teología y será cuando me ordene sacerdote».
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La etapa que cubrirá en el Inmaculada la destinará a dar clases, Alfonso es ingeniero químico y dará clases de Ciencias Naturales a chicos de ESO y de Bachiller, «pero también de religión y realizaré una tarea pastoral, las confirmaciones, convivencias», cumplirá con una de las etapas previstas en la carrera sacerdotal.
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Su historia vocacional viene de pequeño, «yo estudiaba en un colegio de monjas y ahí aprendí a vivir unos valores cristianos y la experiencia de un Dios que te ama. Siempre había llevado una vida normal y mi compromiso cristiano se reducía a mi entorno, pero me sentía muy afortunado por esa vida que llevaba. En el paso de cuarto a quinto de carrera me tuve que operar de osteopatía de pubis y estuve mucho tiempo parado. Fue un tiempo de mucha reflexión de lo que había sido mi vida y de lo que quería hacer con ella. Ahí todo dio un vuelco y comencé un proceso de búsqueda hasta que comprobé que el ideario de vida de la Compañía de Jesús era el camino que deseaba para mi vida».
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Por el momento trabaja con los alumnos del Inmaculada, alumnos que lo tienen en gran estima y lo consideran como uno de los suyos. Es un cambio muy grande porque «en el noviciado dedicábamos muchas horas al estudio, pero ahora el trabajo es más de apostolado, algo a lo que dedico muchas horas al día, lo primordial es darse a los demás», indica. Los alumnos lo han acogido muy bien, «aunque reconozco que es algo complejo porque son de muy distintas edades, como soy joven me ven como alguien muy cercano, se atreven a contarte más cosas y se crean incluso lazos afectivos, y, además, cuando se enteran de que fui deportista, al principio, les extraña bastante».
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Sin embargo, no todo son ventajas a la hora de tratar con sus alumnos, «a veces esa juventud es un problema a la hora de enseñar y de mantener la disciplina, porque cuando hay tanta confianza cuesta más que te hagan caso cuando les pides trabajar o que guarden silencio, por ejemplo. En lo personal las cosas funcionan muy bien, pero en lo académico cuestan un poco más», reconoce. «Como los valores de la mayor parte de los jóvenes son el triunfar, el éxito y el dinero, les extraña mucho como una persona joven, deportista e ingeniero se haya metido a religioso; no les cuadra mucho, te preguntan bastante e, incluso, despierta cierta admiración en los alumnos, lo que también sirve para acercarte más a ellos», asegura.
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La relación con los padres de los alumnos todavía no ha sido muy grande, «pero con los que he hablado me han tratado muy bien. El hecho de que sea joven, pero también jesuita, me da cierto "status" y me trasmiten lo que les dicen sus hijos sobre mí, principalmente que me ven como una persona muy cercana a ellos y están contentos porque se dan cuenta de que estoy para ayudarlos y no para reñirlos».
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Cuando entró en la Compañía de Jesús «mi vocación era la de misionero, quería trabajar en África y con los refugiados donde los jesuitas están haciendo una gran labor. Pero estos años en la Compañía me he dado cuenta de que en Europa no hay tanta necesidad material, pero sí hay muchas carencias espirituales, aunque en el fondo el ir a trabajar a África es lo que más me sigue atrayendo, pero entiendo que aquí hay muchas cosas por hacer».
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Su presencia en Gijón no ha pasado desapercibida para los clubes de rugby, alguno de los cuales le han ofrecido jugar con ellos «por el momento no es posible porque no tengo tiempo aunque alguna vez iré a los entrenamientos».

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