01 septiembre 2008

Para pensárselo...

“Los humanos enfermamos de dos maneras: por carecer de fundamentos o por situarlos en lugares falsos; por ausencia de horizontes o por fijarlos en metas equivocadas. De ahí la centralidad de no errar el tiro a la hora de establecer las bases de sustentación que deseemos dar a nuestro yo y el horizonte hacia el que queremos que se despliegue. No estamos ante una cuestión baladí. Estamos tal vez ante la tarea más decisiva de la vida humana y de la fe, y también la más difícil de procesar evangélicamente.
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¿Hacia dónde nos conduce el Espíritu del Resucitado? Hacia un cambio de fundamentos en las bases del yo. El suelo del yo, su roca, según la fe, no está en lo que el yo puede hacer, sino en el dato primero y originante de ser criatura que surge del amor y de la llamada de Dios”
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