En nuestro chat hemos podido leer el mensaje que nos dejaba Pepe: "He leido la entrada de Búsqueda. Yo también me he preguntado qué quiere Dios de mí. Pero, ¿cómo puedo saber la respuesta? ¿óomo sé que hago lo correcto?". La cuestión planteada no podía quedar aparcada y queremos ofrecer una ayuda para poder encontrar orientaciones.
De entrada, la expresión "voluntad de Dios", frecuente en el lenguaje y vida cristiana en múltiples formas ("Dios mediante", "si Dios quiere", "se hará su santa voluntad", etc...), evoca para muchos dos imágenes, no muy consoladoras: la de un complicado laberinto y, también, la de una pesada losa que cae sobre la vida.
Imagen de laberinto. Sí: un complicado laberinto de cosas dichas a medias, intuidas, por adivinar, y al final del cual debe aparecer para el afortunado buscador que llegue hasta allí lo que Dios quiere. Hay unas técnicas para no perderse en el laberinto (el famoso "discernimiento") y unos guías expertos que nos pueden ayudar a los pardillos a llegar a la meta. Muchas veces hay que gastar tiempo y dinero para orientarse en el laberinto, y, para como de males, pese a tanto esfuerzo, nadie te garantiza absolutamente que la salida que has encontrado sea la verdadera.
Imagen de losa. Una pesada losa que te cae sobre la vida, normalmente para hacerla más difícil. "Es voluntad de Dios": para ponerse a temblar; O bien un recurso facilón y, por ello mismo, falso, para explicar lo que nos resulta inexplicable, para impelirnos a aceptar lo que nos parece inaceptable, para aguar el misterio/los misterios de los que está llena la vida. O la coartada de muchos autoritarismos en la vida eclesial. Tras esas imágenes de la "voluntad de Dios" se esconden caricaturas, profundamente tergiversadoras, del Dios de Jesús:
El Dios que habla a su pueblo "de muchas maneras" y que se hace a sí mismo Palabra, reducido a jeroglífico y autor de jeroglíficos, puesto al nivel de los oráculos paganos... El Dios que "nos encuentra", jugando al escondite con su pueblo y su gente, poniéndoles difícil el encuentro... El Dios eterno, constante en el amor pese al rechazo de su pueblo, convertido en una "Maríacaprichos" (con perdón de las Marías), lleno de antojos y variable como una veleta, que hoy quiere esto pero mañana vaya Vd. a saber... El Dios trascendente, totalmente Otro, cuyos caminos y designios escapan a nuestra limitación humana, el inmanipulable, reducido a recetas o utilizado para imponer maneras de pensar o vivir...
¿Cuál es la verdad evangélica que hay detrás de esa "voluntad de Dios" de la que Jesús afirma en el evangelio que es su alimento?, ¿cuál es el auténtico sentido de la expresión "llamada de Dios" que ha movilizado a tantos y tantas cristianos recios y generosos?, ¿qué significa eso del "discernimiento", del buscar la voluntad del Padre sobre nuestra vida y la vida del mundo, tan presente en la tradición de la Iglesia?...
Estas son las cuestiones que pretendemos responder en estas páginas. Para ello daremos una serie de pasos que configurarán los diversos apartados de nuestra reflexión. Tras situar el tema de la "voluntad de Dios" en su contexto evangélico, haremos un análisis de lo que significa el "discernimiento" como búsqueda de esa voluntad, su sentido y objetivo y sus condiciones básicas. Finalmente, intentaremos dar luz y pistas sobre cómo eso del "discernir" y buscar y cumplir la voluntad de Dios se hace en la vida cotidiana: veremos que no se trata de alambicados procedimientos, sino, fundamentalmente, de un modo de vivir la existencia cristiana.
Imagen de losa. Una pesada losa que te cae sobre la vida, normalmente para hacerla más difícil. "Es voluntad de Dios": para ponerse a temblar; O bien un recurso facilón y, por ello mismo, falso, para explicar lo que nos resulta inexplicable, para impelirnos a aceptar lo que nos parece inaceptable, para aguar el misterio/los misterios de los que está llena la vida. O la coartada de muchos autoritarismos en la vida eclesial. Tras esas imágenes de la "voluntad de Dios" se esconden caricaturas, profundamente tergiversadoras, del Dios de Jesús:
El Dios que habla a su pueblo "de muchas maneras" y que se hace a sí mismo Palabra, reducido a jeroglífico y autor de jeroglíficos, puesto al nivel de los oráculos paganos... El Dios que "nos encuentra", jugando al escondite con su pueblo y su gente, poniéndoles difícil el encuentro... El Dios eterno, constante en el amor pese al rechazo de su pueblo, convertido en una "Maríacaprichos" (con perdón de las Marías), lleno de antojos y variable como una veleta, que hoy quiere esto pero mañana vaya Vd. a saber... El Dios trascendente, totalmente Otro, cuyos caminos y designios escapan a nuestra limitación humana, el inmanipulable, reducido a recetas o utilizado para imponer maneras de pensar o vivir...
¿Cuál es la verdad evangélica que hay detrás de esa "voluntad de Dios" de la que Jesús afirma en el evangelio que es su alimento?, ¿cuál es el auténtico sentido de la expresión "llamada de Dios" que ha movilizado a tantos y tantas cristianos recios y generosos?, ¿qué significa eso del "discernimiento", del buscar la voluntad del Padre sobre nuestra vida y la vida del mundo, tan presente en la tradición de la Iglesia?...
Estas son las cuestiones que pretendemos responder en estas páginas. Para ello daremos una serie de pasos que configurarán los diversos apartados de nuestra reflexión. Tras situar el tema de la "voluntad de Dios" en su contexto evangélico, haremos un análisis de lo que significa el "discernimiento" como búsqueda de esa voluntad, su sentido y objetivo y sus condiciones básicas. Finalmente, intentaremos dar luz y pistas sobre cómo eso del "discernir" y buscar y cumplir la voluntad de Dios se hace en la vida cotidiana: veremos que no se trata de alambicados procedimientos, sino, fundamentalmente, de un modo de vivir la existencia cristiana.
Darío Mollá, sj
No hay comentarios :
Publicar un comentario