
Yo sólo quiero pedirte lo que tú siempre me ofreces, tu amor y tu gracia que engendran vida, pero pueden llevar a la muerte por defender a los asaltados, que crean salud, pero pueden llevar a perderla en el servicio de los débiles; que nos hacen amables, pero pueden provocar descalificación social por no amoldarnos a las leyes; que fructifican la tierra con todos los bienes necesarios, pero pueden dejarnos sin nada por hacernos hermanos de los echados de tu mundo.
Yo sólo quiero pedirte tu amor y tu gracia. Que los acoja en mí como la última verdad y que mi corazón diga: “Me basta” (EE. EE., 234)
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