17 septiembre 2007

Tú me has mirado a los ojos

Decía el Padre Hurtado: "El que ha mirado profundamente una vez siquiera a los ojos de Jesús no lo olvidará jamás. Una de las grandes conquistas de la vida cristiana consiste en comprender que Cristo se fija en cada uno de nosotros en particular para hacernos conocer su voluntad precisa. Se detiene frente a mí, frente a mí solo, y pone sus manos divinas sobre mi cabeza. El gran momento de la gracia llega cuando me doy cuenta que los ojos de Cristo se fijan en mí, que su mano me llama a mí en particular, que yo, yo soy el motivo de su venida a la tierra y el término de sus deseos bien precisos. El me ha reconocido de entre la muchedumbre. No soy uno entre miles. No existe esa multitud. Hay Dios y yo, y nada más, ya que todo lo demás, mis prójimos inclusive, los he de ver en Dios. Conocer, pues, este llamamiento especial que Dios me dirige a mí en particular, ha de ser mi gran preocupación de toda la vida".

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