21 marzo 2008

Esto es mi Cuerpo

De pronto, el aire se detuvo como en un suspiro y su corazón pronunció la Palabra: esto es mi Cuerpo que se entrega por vosotros; esta es mi Sangre que se derrama por vosotros. Corazón sacerdotal, desposeído, desmedido. Corazón en donde no hubo pecado ni sombra de muerte. Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y lo quita, lo arranca de raíz, como hierba muerta, para aniquilar su poder, su dominio. Se adentró en lo más profundo de esa sombra de muerte que extiende el pecado y todo lo mancha, todo lo alcanza. Lo miró cara a cara y sostuvo la mirada. Una mirada limpia en donde no encontrarás ni complicidad ni connivencia. Fue reclamado, como uno de tantos, para pagar un precio: el de la dignidad robada, el futuro violado, la vida ninguneada. Inclaudicable, inviolable, inmanipulable sostuvo la mirada, extendió las manos, tomó un poco de pan, un poco de vino y se puso a lavar los pies. Desde aquella tarde cada vida ninguneada, cada futuro violado, cada dignidad robada es su cuerpo entregado y su sangre derramada. No vivamos ya para nosotros mismos sino para El que por nosotros murió y resucitó.

No hay comentarios :

Publicar un comentario